martes, 27 de abril de 2010

Profecía


Las pequeñas zorras se meten a nuestro campo y no nos damos cuenta en qué momento destruyen nuestra viña. Muchas veces lo vamos a notar hasta que están secas, amarillentas y quebradizas nuestras matas.

Quizá el deleite en las cosas o los campos de alrededor han robado tu mirada y tu viña descuidaste, como le sucedió a la Sulamita y buscas fruto y ya no hay o el que queda es el amargo silvestre que no quieres probar pues el injerto con la  verdadera hace algún tiempo se perdió y te sientes triste, desolado y avergonzado.

Hoy es el tiempo, dice el Señor, que recuerdes que siempre tengo oportunidad nueva para ti, toma tu herramienta y vuelve al campo a trabajar; vuelve a pisar la tierra; deshazte del piedrín, corta de tajo la maleza y con ella el fruto silvestre porque èsto no te daría vino fino, abona y remueve con alegría porque semilla nueva tengo para ti.

La lluvia se acerca y regará a tiempo y en unos días, tus compras florecerán y no temas porque en esta cosecha será restituído el tiempo, como a mi siervo Job, y todo lo devastado por el saltón, la oruga, el revoltón y la langosta y no serás más avergonzado pues has confiado en  Mi.

El que tiene oídos que oiga dice el Señor.

jueves, 1 de abril de 2010

El Llamado de Jesús

Muchas veces la Iglesia de Dios es criticada por aquellos que no entienden por qué hay tantas congregaciones cuando, según ellas, lo correcto sería una y grande, gigante agrupación. Es que no saben que somos, cada congregación, miembros del Cuerpo de Cristo la cabeza.

Cuando leemos las Escrituras podemos encontrar que, ciertamente multitudes seguían a Jesús, unos para escucharlo y llenar sus vidas de fe, salud, esperanza a través de la palabra que sabía de Su Boca; pero atrás lo seguían para llenar sus estómagos y algunos para llenar su ego con críticas, recelos, pleitos, contiendas y juicios y sostener así su ignorancia acerca del Dios verdadero.

Pero en medio de todo, Jesús ya había hecho la elección de aquellos varones que trabajarían con El y después de El en Su Ministerio.

Eran solo doce hombres, sacados de diferentes grupos sociales, con diferente preparación cultural y distinta condición económica los que debían instruir al nuevo pueblo de Dios.

Jesucristo es el mismo de ayer, hoy y por siempre y sus ministros siguen siendo escogidos de la misma manera solo que ahora se han multiplicado sus siervos y son muchas las pequeñas, medianas y grandes congregaciones que se reúnen con el propósito de alabar, adorar, servir y recibir a Dios y su mensaje que edifica.

¿Hubo discrepancias entre aquellos doce apóstoles como las hay algunas veces con los ministros de este tiempo? ¡Claro que los hubo!

Mas esto no significaba división entre ellos. Eran hombres con diferentes formas de vida, educación y aún propósito y unción y tenían que aprender como debe ser también ahora,  a unificarse en el servicio a Dios y en el cumplimiento de sus leyes y estatutos.

Entonces, actualmente habrán Pedros, Lucas, Mateos, Pablos, etc. Al frente de ministerios dando lo que del Espíritu de Dios reciben para la edificación de la Iglesia. Cada ministro tiene sus dones, capacidades y aún temperamento dado por Dios y útiles para ejercer su ministerio.

A Jesús no le importó nuestra condición, como no le importó la de los Apóstoles, para llamarnos a servirle; no llamó a hombres ni mujeres perfectos sino dispuestos a amarlo, seguirlo y obedecerlo; hombres y mujeres capaces de creerle a El y a Su Esposa. El es quien escoge, equipa y al final de la carrera el que da los galardones al fiel y valiente que tuvo muy claro a quién servía y sin importarle las burlas y críticas de los que no lo entienden llegaron al final.

Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.

Jesús el Libertador


En los caminos del Señor todos los días, todos los meses y todos los años son buenos. El ha prometido que el camino del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto, por lo que el Señor dice también, que no debemos decir que los tiempos pasados fueron mejores.

Sin embargo hay momentos en la vida o temporadas a veces donde parece que el Señor se ha escondido de nosotros; hay montañas entre El y nosotros o abismos que nos resultan muy difíciles de cruzar. Entonces nuestro corazón se aflige, se atemoriza pues, a quién iremos si sólo El tiene palabras de vida eterna; si, de vida eterna porque en cada paso que damos, Jesús nos da la porción necesaria para caminar fortalecidos, motivados y esperanzados en Su Palabra.

Desafortunadamente el ser humano tiene el peligro de quedarse estancado, resagado, acomodado aún a las malas circunstancias.

En Juan 5 aparece la historia de un paralítico que hacía 38 años que estaba enfermo y que había pasado a la orilla del estanque a la que acudían todos los enfermos (cojos, ciegos, paralíticos, etc.) y con tristeza los veía pasar frente a él sanos al salir de la fuente y él pensaba en el día de su oportunidad. Nadie le ayudaba a salir de aquel modo de vivir.

Muchos que lo veían eran movidos a lástima, otros se burlaban de su estado y su paciencia; otros se impacientaban al ver que no hacía otra cosa que esperar y esperar quién lo ayudara.

Las circunstancias mantenían paralítico al hombre, pero un día Jesús lo visitó, lo vio acostado en su lecho y le ofreció sanidad. El paralítico le cree y la recibe y tomó su lecho y caminó.

Bienaventurado el que conoce el día de la visitación de Dios porque a partir de ese día somos libres de todo aquello que nos paraliza, nos estanca.

Busquemos en todo tiempo el auxilio de nuestro Salvador Jesucristo, porque los hombres que buscan solo su beneficio van a pasar sobre ti sin tenderte la mano. Es el mejor tiempo para tomar la mano y la promesa de Jesús pues sus planes para nosotros son de bienestar para que alcancemos el fin que esperamos. Gracias Jesús.