lunes, 3 de mayo de 2010

El justo y su fe

Oye. ¿Qué pasó con lo que ayer tenías la certeza, recibirías del Dios Todopoderoso?

¿Qué pasó que después de grandes momentos y de días de relación y comunión con tu Padre y encendido en amor y pasión hablaron como amigos y no tuviste la menor duda que era el mismo Dios quien te respondía a cada oración?

Qué pasó que hoy sientes tan lejano lo vivido con Jesús, como que nunca sucedió y te sientes en un desierto sin la Roca que calmaba tu sed, sin la sombra que te cubría del sol abrasador y sin la luz de la columna de fuego que guiaba tu camino y te daba calor.

En qué momento y por qué se rompió esa intimidad que te hacía vivir confiado y seguro, ¿dónde quedó tu fe?

Por qué te sientes perdido cuando sabes muy bien que la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto. Por qué te sientes morir si la Palabra dice que el justo por su fe vivirá.

No será entonces que has perdido tu fe y has puesto más atención a las circunstancias o problemas que puso el enemigo justo en el tiempo donde lo que tantas veces habías declarado, por fin lo ibas a recibir y que por descuidar tu oración declarando las promesas que te ha hecho se detiene tu bendición.

Si las Escrituras dicen que no hay justo desamparado ni su simiente que mendigue pan; por qué pues no se recibe de Dios lo que hemos pedido o El ha prometido. Es que también las Escrituras dicen que el justo por la fe vivirá.

Entonces se puede leer no hay uno que tenga fe desamparado, ni su simiente que mendigue pan. Y también la senda del que vive en fe es como la luz de la aurora…

El ser cristiano no nos garantiza todo sino el hecho de vivir en fe en Cristo y en Su Palabra, en lo que El nos dice.

Es tiempo pues, de seguir declarando y confesando su Palabra y promesas, para que las tinieblas que nos rodeas y que muchas veces retienen en los cielos las promesas, salgan huyendo al oír la fe y la autoridad con la que declaras Su Verdad. No permitas, ni recibas las mentiras del enemigo cuando te dice que ya no hables de lo mismo con Dios porque eso es justamente lo que debes hacer. Habla con Dios una y otra vez de lo que el Señor te ha prometido hasta que El conceda las peticiones de tu corazón. Por tu fe Dios no va a fallar.

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