miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Silencio de Jesús



En el verso 1 del capítulo 4  del libro de Mateo, la Biblia nos habla del silencio de Jesús durante aquellos cuarenta días en medio del desierto bajo el ardiente sol, el frío estremecedor, la soledad y lo peor, la voz tentadora y perversa de Satanás.

Nos dice también en los versos 7, del capítulo 53 del libro de Isaías cómo Jesús fue a la cruz angustiado El, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero y como oveja delante de sus trasquiladores enmudeció y no abrió su boca.

También dice del silencio que hubo después que la tierra gimiera entre truenos y temblores ante la presencia de las tinieblas y el silencio de Jesús en la cruz en el Calvario pues con su “Consumado es”, había entregado su Espíritu de Padre y su cuerpo a la tumba fría a esperar en silencio el tercer día glorioso de su resurrección.

Jesús sabía del propósito de su paso por la tierra lo que le hizo vivir pleno y lleno de amor y morir de la misma manera.

Ahora me pregunto: Conocemos el propósito de nuestro paso por la tierra?  Pues aquel día que decidimos creer Su Palabra fue fruto del silencio de Jesús; nuestra salvación, nuestra sanidad, nuestra liberación y prosperidad son fruto de Su Silencio; nuestros diezmos, ofrendas y servicio es fruto de su silencio; el amor a mi familia y de mi familia, sus victorias y mis victorias son el fruto de su silencio; mi esperanza, mi confianza y mi fe son fruto de su silencio, mis dones, revelaciones, sueños y promesas son fruto de su silencio; mi caminar, mi fortaleza, mi seguridad, mi perseverancia es fruto de su silencio, mi vida, mi ser, lo que no tengo y lo que tengo son fruto de su silencio.

Mi pasado, mi presente y mi futuro son fruto del silencio de Jesús.
Hoy tu vida y la mía hablan por el Silencio de Jesús. Gracias mi Dios.

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