martes, 6 de octubre de 2009

Descansando en El



Hay un coro que toca mi corazón porque dice lo que mi mente y mi corazón muchas veces han experimentado. Dice: Esperar en ti, difícil se que es, mi mente dice no, no es posible; pero mi corazón confiado está en ti, tú siempre has sido fiel, me has sostenido. Y esperaré en la tormenta que aunque tardare tu respuesta, yo confiaré en tu providencia, Tú siempre tienes el control.

En el libro de Salmos, en el 142 podemos leer como David, aquel varón conforme al corazón de Dios, expone su corazón delante del Señor para expresarle la angustia por la cual estaba pasando. (Te sugiero que lo leas)

Podemos notar cómo su mente declara todos sus temores pero también cómo su corazón permanece confiado en las promesas y pacto de Dios.

Parece que así es el vivir del hijo de Dios porque cómo sacar de lo profundo la fe que Dios ha puesto en nosotros y que ha ido aumentando y desarrollándose en nuestro caminar para hacer de nosotros hijos e hijas maduros.

Muchas veces nos equivocamos pensando que las batallas, problemas o resistencia viene de satanás y los suyos, pero unas veces será el mismo Dios que quiere sacar de nosotros todo el potencias que ve en nosotros, pues somos reyes y, como David, debemos ser preparados y adiestrados para vivir como reyes.

Pero ¿Por qué Dios nos hace pasar esos momentos tan difíciles? El nos ve vencedores, El es un Padre amoroso y responsable, que confía en ti y en mí. El sabe que podemos vencer todo obstáculo y nos da Su Nombre y Su Palabra para que en Su Nombre y en Su Palabra alcancemos la victoria.

Si bien es cierto que dice Su Palabra que el que pelea contra nosotros, El no esta con ellos y que delante de nosotros caerán, también es cierto que el no es un padre que defiende lo indefendible, haciéndonos cobardes, inútiles y pusilánimes.

El nos conoce, sabe qué podemos hacer, qué podemos alcanzar y adiestra nuestras manos para la batalla.

No tengamos más temor, El no nos deja avergonzados, antes meterá su mano para sacarnos del hoyo o del fango donde habíamos caído, porque El, que empezó la obra en nosotros, la va a terminar. Puedes descansar confiadamente que El no te va a fallar.

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