lunes, 26 de octubre de 2009

Jesucristo el Sanador


Cuando platicamos con las personas nos damos cuenta de que el mundo está pasando diversas crisis. Como estamos en el mundo, muchas de ellas nos van a tocar, pero como no somos del mundo de todas nos va a librar Aquel que nos sacó de las tinieblas a su luz admirable; Jesucristo el Sanador.

Hace unos días una pequeña niña tuvo una tremenda quemadura que obligó a la familia a buscar la ayuda de especialistas, injertos y muchas cosas más. Pude entender su angustia y dolor. Hace unos meses mi hija, una señorita de 32 años, en espera del varón que Dios le envíe para esposo, fue diagnosticada con una enfermedad en sus manos, que no era de muerte pero sí incurable. Cuando oímos el diagnóstico sentimos un gran golpe y angustia. Salí corriendo a mi habitación y le dije al Señor: Necesito una palabra tuya que aliente mi corazón porque siento enloquecer. Encendí el televisor y mi canal cristiano apareció en él, un siervo de Dios que a toda voz, con voz de trompeta dijo: ¡Sucederá todo lo contrario al diagnóstico que te dio el médico!. Lo repitió dos o tres veces más. Me quedé sorprendida. Me parecía increíble. Yo temblaba y lloraba, pero aquella promesa se clavó en mi mente y mi corazón e inmediatamente se lo compartí a mi hija. Ella le creyó al Señor  y empezamos a declarar su promesa.

Aún así pasé cuatro días sin comer y en las noches sin dormir. Mi hija callada, atormentada y en una situación emocional similar. La cuarta noche, oí al Señor queme dijo. ¿Vas a seguir llorando y temblando? ¡Levántate y declara mis promesas!. “Sucederá todo lo contrarío al diagnóstico”.  Dí un salto de la cama, me sacudí el temor, me enojé contra el inmundo que había entrado como ladrón a nuestras vidas y por nombre lo reprendí y lo eché fuera en el Nombre de Jesús; declaré los planes de bienestar que Dios tiene para nosotros, sus promesas y cubrí con la sangre preciosa de Jesús la piel de mi hija declarándole vida y confesando que por la llaga de Jesús somos curados. Sembré creyendo en su promesa y en Su Palabra.

A los quince días, la piel comenzó a tomar color ¡Aleluya!. El Señor estaba obrando. Le dábamos gracias y seguíamos declarando Su Palabra. Por otro lado, desfilaban como nunca personas en esta afección, hasta Muere Michael Jackson, quien con todo el dinero que tuvo, nunca se pudo librar de esa enfermedad;  ¿Cómo nosotros lo estábamos logrando?; el diablo enviaba dardos de día y de noche a nuestras mentes. Pero cuando Dios habla al corazón, no hay dardos ni circunstancias que puedan borrar, destruir o anular la verdad que El ha sellado en nuestro corazón. El ya había decretado sanidad. Al mes, el 50% de la piel se había restaurado y hoy veo con gozo que aquella piel que Dios había entretejido en mi vientre, limpia, fina luce como El la hizo: Sana.

Jesucristo es el Sanador de nuestro ser completo. Ese es el privilegio de los hijos de Dios. No vamos a ser avergonzados los que en El hemos confiado y es el enemigo y los suyos los que siempre serán derrotados.

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