miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dios no hace acepción de personas


Platicando hace algunos días con varios hermanos jóvenes y maduros en la fe; hablábamos sobre los temores que experimentamos en el momento de ministrar la Palabra del Señor y de las dudas que surgen sobre cómo lo hicimos, si lo van a recibir o no aquellos que escuchan o leen el mensaje.  Vino a mi mente aquella poción  en 2º Reyes 5 que habla de Naamán, jefe de ejército muy estimado y favorecido por el Rey de Siria, pero tenía lepra.

Dice la Biblia que una niña que era su esclava le sugiere que visite al profeta Eliseo pues, ella lo conocía y tenía la certeza que lo podía sanar.  Naamán obedeció y fue a buscarlo. Al estar frente a la casa de Eliseo, Naamán con su carro y sus caballos esperaba ser atendido por el profeta pero este envía a su sirviente, quien traslada el mensaje de que fuera y se lavara siente veces en Río Jordán y su cuerpo quedaría limpio de lepra.

Naamán se enfureció. El se sentía tan importante y cómo era que el profeta no lo había atendido y luego todavía le indicaba que se metiera en el río sucio y siete veces, cuando había otros ríos hermosos y para su condición de jefe de ejército.

Naamán se fue de allí pero sus criados lo animaron a obedecer y ciertamente, después de sumergirse siete veces en ese río sucio del Jordán, fue limpio de la lepra. Naamán quiso recompensar a Eliseo pero éste no quiso recibir nada, lo que provocó la gratitud de Naamán hacia Dios prometiendo nunca más adorar a otros dioses sino solo al que lo sanó.

Es muy importante notar que Dios va a hacer llegar su Palabra por cualquier medio y tanto el que predica como quien escucha jamás puede ni debe cuestionar la Palabra de Dios porque si una porción no encuentra acomodo en tu corazón lo hará en otro.

Dios no hace acepción de personas ni para recibir Su Palabra ni para predicarla. Tu milagro depende de tu fe y tu humildad para recibir su Palabra.

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