martes, 8 de diciembre de 2009


En este tiempo es muy bueno recordar algunas porciones bíblicas que talvez en aquellos tiempos no se habían hecho vida en nosotros.  Muchas veces escuchamos hablar del camino angosto que el cristiano tenía que recorrer para alcanzar la meta en el Reino de Dios, pero es hasta ahora que realmente te sientes caminar en él. Mt 7.13-14.

Caminar conforma a la Palabra de Dios no es fácil. Primero porque somos muy analistas y razonadores y luego porque todo lo queremos en nuestro tiempo y a nuestra manera.  Así como la Biblia dice que hay dos caminos, también dice que hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres que sin duda reflejan dos formas distintas de vivir.

Unos caminarán por fe, en la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve y otros caminarán por vista. Unos en un camino ancho, visible, donde todo es fácil y…”a donde va Vicente, va toda la gente” y otros el angosto donde muchas veces hay que caminar solo, en medio de espinos, baches, piedras que quieren hacer el caminar inconstante, fatigoso, inseguro y lento.

El camino al monte Moriah que Abraham recorrió, creyendo que su Dios proveería el cordero, fue cuesta arriba, en medio de piedras, escombros, abrojos y un gran dolor; obstáculos que podrían desanimar a Abraham y no se cumpliese el propósito de su vida y no ser el Padre de la fe.

El caminar que Moisés recorrió una y otra vez hasta el palacio del Faraón para llevar el mensaje de salvación que Dios le había dado para su pueblo y que el Faraón debía atender, fue en medio de peligro de muestre, burlas, insultos y amenazas, dando Faraón todo lo contrario al pueblo de Dios y provocando una desconfianza de los hebreos hacia Moisés; el salvador.

Todo era muy negativo y difícil para Moisés. Los hebreos no creían ni a él ni a Dios.

Claramente nos dice el Señor: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16.33.

Como él venció, nosotros venceremos. Ir en el camino de Dios, en medio del mundo, trae aflicción, abandono, soledad porque muy pocos van a entender tu caminar y muchas veces la victoria es en secreto entre Dios y el vencedor. Para muchos Jesús fue crucificado y allí muere su historia. Pocos somos en el mundo  los que sabemos su victoria pues ¡Resucitó! Y ha sido exaltado a lo sumo y está sentado a la diestra del Padre y no hay otro nombre en el que haya salvación y juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino. 2ª. Timoteo 4.1.

Su Nombre es sobre todo nombre. Es el hijo de Dios. Bueno es entonces recordar, que en nuestro caminar, muchos estarán a la orilla, viéndonos pasar. No esperes aplausos ni ovaciones porque, aunque es una carrera como dice el Apóstol Pablo, el que da los galardones no es el hombre natural, sino Dios que ha puesto el camino y la meta final.

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