jueves, 24 de septiembre de 2009

El testimonio del cristiano

Desde que Jesucristo llega a nuestras vidas, parte de las enseñanzas de los mensajes que recibimos es Guardar nuestro testimonio.

Esto se convierte en un anhelo para el cristiano y a la vez un conflicto porque constantemente el hijo de Dios es señalado, acusado por hermanos, no digamos por pecadores que deseando abusar de los cristianos lo primero que te recuerdan es el testimonio que ellos desean ver y que por supuesto sea a su favor. Resulta pues muy difícil complacer al mundo pues siempre se esforzarán por ver nuestros pies de barro.

Recuerdo una porción de la Biblia que nos muestra cómo es que muchos no les interesa el buen testimonio de los hijos líderes del Señor; lo ignoran o lo juzgan para justificar su incredulidad en Dios.

En Lucas 16: 27-31 aparece parte de la historia del rico y Lázaro donde el rico le ruega a Abraham envíe a Lázaro a dar testimonio a su familia para que no sufrieran en el infierno como él lo que por incrédulo padecía.

Claramente Abraham le responde acerca del testimonio de Moisés y los profetas que vivían entre ellos y lo difícil que resultaba que esos testimonios ayudaran a la incredulidad de aquel pueblo y que no había manera de persuadirlos.

Acaso no la murmuración del pueblo hebreo en contra de Moisés hizo que se quedaran tirados en medio del desierto a pesar de ver el respaldo y maravillas con las que Dios ayudaba a Moisés.

El testimonio de Moisés de su relación con Dios no era suficiente para aquel pueblo, ni aun para sus hermanos en algún momento.

Y qué del ungido David, siendo conforme al corazón de Dios, su testimonio no fue suficiente para persuadir, para convertir a su rey Saúl, ni a sus hijos, quienes con sus actitudes destruían aquel testimonio.

Pensemos en José, escogido y amado del padre, con un testimonio de soñador que creía a Dios y en Dios, lo que hizo que sus hermanos lo aborrecieran y provocaran tiempos de cautividad y prisión para José, la envidia y maldad de sus hermanos. Sin embargo Dios estaba con él.

Y qué de Aquel que a ellos vino y no le reconocieron, no le recibieron. Aquél Varón que después de curar enfermos, de dar libertad a los cautivos, de quitar vendas a los ciegos y anunciarles ls Buenas Nuevas de Salvación, lo mal informaron, lo insultaron, lo golpearon, lo escupieron, lo crucificaron; con el propósito de destruir el testimonio que de Hijo de Dios tenía.

Entonces, qué hacer ante la sugerencia de guardar nuestro testimonio. Cosa difícil es. Los ciegos no pueden ver, los sordos no pueden oír, a lo malo le dicen bueno y a lo bueno le dicen malo.

Si no han podido ver el testimonio del mismo Cristo de la Gloria para creer en El, cómo podrán ver y creer en nosotros. Si no han podido creer en el hacedor de maravillas, en el Cristo que sana, salva, libera y prospera, qué de nosotros que estamos en proceso de restauración. Entonces lo importante es saber qué cree, qué piensa Cristo de nosotros, porque El es el que levanta nuestra cabeza y nos colma de favores y de honra. Amen.

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