jueves, 24 de septiembre de 2009

Jesucristo es el Salvador

Si alguno de los atributos de Jesucristo llena mi alma de admiración y esperanza es saber que El es mi Salvador.

Aquel día cuando lo invité a que morara en mi corazón algo nuevo sucedió. Salvó mi espíritu, mi ala y mi cuerpo de toda opresión; salva mis pasiones y pensamientos, mis emociones y sentimientos; salva mis relaciones interpersonales, mis debilidades y fortalezas, mis caídas, tropiezos o deslices; salva mis finanzas; es que El es el Salvador. Me Salva de la acechanza del cazador, de la peste del destructor; me salva del calor abrasador y del frío congelador, es que El es mi Salvador.

Cuando equivocada en mi caminar por el mundo, tirado y derrotado dejé mi futuro en manos de los enemigos y malos negocios; allí estaba Jesús para salvarme y proveer todo lo que me hacía Falta. Hoy el está allí a la par tuya.

Si en noches de desvelos, fiestas o algarabías la salud te fue robada hoy Jesús, por sus llagas te ha sanado, es que El es el Salvador de nuestro ser completo.

Si en aquellos que te rodeaban gastaste o malgastaste lo que había en ti, hasta dejar una copa vacía, no temas, allí está el Salvador que llenará tu copa (tu vida) hasta rebosar.

Y cuando te parezca que tu tiempo se ha terminado allí está el Salvador Jesucristo, dispuesto a restituir el tiempo que se comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta. Y el salvador, Jesucristo mi Señor hará de tu templo postrero uno mejor que el primero y restaurará las ruinas que quedaron. Jesucristo en todo tiempo es el Salvador.

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