jueves, 24 de septiembre de 2009

La Fe

Hay momentos en la vida que tenemos que vivir circunstancias que nunca imaginamos y que por lo tanto no podemos estar preparados para recibirlas. Sin embargo hay un libro que nos ayudará, nos guiará, nos recordará que no estamos solos: La Biblia. Escrito está que en ella han quedado escrito ejemplos vividos por nuestros antepasados para que nos sirvan. Hoy quiero recordar aquella porción de Lucas 8.43 donde nos habla de una mujer que padeciendo 12 años de flujo de sangre había perdido no solo sus recursos económicos sino su confianza, probablemente su esposo, pues era costumbre considerar inmunda a la mujer en los días menstruales. Pero un día en medio de su tristeza, angustia, depresión, aflicción y soledad vio entre la muchedumbre a aquel varón del que había oído sanaba a los enfermos.

Temerosa y avergonzada se iba acercando al grupo, aún sin saber qué hacer, cómo acercársele si todos sabían su caso. El Señor Jesús cada vez estaba más cerca, qué hacer? Todos lo rodeaban; sería una oportunidad perdida para ella de poder ser sana, lo vio pasar frente a ella y sin ninguna otra posibilidad se lanzó al suelo y logró tocar el borde de su manto. Aquel borde que desató sobre ella la virtud del Salvador de nuestro ser completo.

Jesús se detuvo y preguntó quién lo había tocado de manera diferente, pues todos lo estrujaban. Al ver a la mujer Jesús se sorprende, pero luego le sonríe y le dice: No temas, tu fe te ha salvado, vete en paz.

Al tocar el borde de su manto había recibido la virtud de la fe, pues la fe viene de la fuente que es Jesús. Escrito está. Cristo es el autor y consumador de la fe.

Jesús no solo nos ha dado salvación sino su fe y al dárnosla es nuestra esa fe. El no s sana con sus recursos más no en los nuestros. Romanos 1.17 Llegamos por la fe de cristo y para desarrollar nuestra fe en el proceso de la santificación.

Mas el justo por su fe vivirá. El que ha sido santificado por la fe de Jesús, vivirá. El Señor está en ti, cree en su Palabra y todo será hecho. Nada es imposible para El. Nada.

Si te salvó para vida eterna, de qué no podrá salvarte. Cuando sanó a aquella mujer, la salvó, la sanó de la tristeza y la angustia y la salvó no solo para vida eterna en el cielo sino de la vergüenza, la angustia y el repudio, de la soledad, del temor y de la Pobreza.

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