jueves, 24 de septiembre de 2009

Victoria en Cristo

Muchas veces el Señor Jesús nos permite pasar por momentos en los cuales tenemos que pensar, recapacitar, sobre lo que hemos dicho y lo que hemos creído.

Es común escuchar o decir que cree más en Dios pero es muy diferente a creerle a Dios y es que creer su Palabra en medio de una gran batalla es un rato. El favor y el poder de Dios es tan grande que a la mente pequeña del ser humano resulta imposible pero Dios quiere manifestarse a sus hijos con su grandeza y sus planes de bienestar para nosotros.

Dios tiene Palabra y es tan verdadera que ha quedado escrita para que cuando la duda asalte tu corazón corramos a la Biblia y el Espíritu nos lleve a la verdad.

En su testamento, donde apuntó lo que tiene para ti y para mí, planes de bienestar, promesas de bendición, salvación, sanación, liberación y prosperidad. El no va a fallar. Su Palabra en El es sí y amén. No estamos creyendo en un dios muerto, sino en el Dios vivo que nos oye y nos responde. El Dios vivo que se sienta a la par tuya en tu cama, en el sillón, en tu mesa, debajo de aquella sombra del árbol, o entre los surcos para tener un momento de relación y de plática contigo. El no nos mira de lejos, el es el amigo fiel.

En las escrituras está y lo ha dejado para ti y que debemos declarar constantemente pues las tinieblas que están sobre nuestra cabeza para estorbar nuestra vida, se estremecen y huyen cuando hablamos como hijos de Dios, con Su Palabra pues es viva y eficaz y nada ni nadie puede anularla. Los planes de maldad y calamidad de las tinieblas se derrumban y derriban ante el Poder de la Palabra de Nuestro Dios.

Acaso David no derrumbó con la roca a aquella potestad, Goliat, y exhibió su cabeza públicamente destruyendo los decretos contrarios con los que había atormentado y acusado al ejército de Israel.

No hay opresión que no pueda ser destruida con la roca, Jesucristo.

Escrito está que seamos templo y morada del Espíritu de Dios y que donde está el Espíritu de Dios hay libertad y ésta Palabra es suficiente para echar fuera a todo espíritu inmundo que ilegalmente se meta a nuestro cuerpo, enfermándolo, oprimiéndolo, pues no tiene ningún derecho con nuestro cuerpo pues éste ya tiene dueño y mora en él y con la autoridad que Jesucristo nos ha dado, echamos fuera toda tiniebla usurpadora y declaramos libre el templo y morada del Espíritu de Dios, en el nombre de Jesús.

Recibimos la promesa que por su llaga somos sanados y Su Palabra se Cumplirá. Amen.

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