Hace algunos días
Entonces, qué sucede cuando nuestra vida es asechada por las tinieblas. Que hacemos? ¿Nos quedamos tirados, llorando y temblando? O peor aún blasfemando contra Dios como lo hizo Job? O nos levantamos con todo y carga y comenzamos a declarar y confesar los pensamientos de bien que Nuestro Dios tiene acerca de nosotros para darnos el fin que esperamos?
Hoy mas que nunca debemos recordar y declarar el sacrificio incomparable de Jesús en la cruz, porque no solo nos salvó de la muerte eterna, nos reconcilió con el Padre Celestial, derrotó y avergonzó a Satanás y sus huestes y principados (Colosenses 2.15) Sino decretó una serie de promesas y bendiciones que ninguna tiniebla puede anular. Fue consumado, todo fue hecho por nosotros.
Por eso cuando llegue el enemigo a contradecir
¿Será que Jesús llevó todo el dolor, la burla, la soledad, la desnudez, las llagas en su cuerpo, los latigazos, la corona de espinas, la opresión del mundo y de las tinieblas en vano?
En cada momento, en cada circunstancia vividos por Jesús, decretó a nuestro favor anulando el acta de los decretos que había contra nosotros que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en
Jesús decretó que la riqueza de los pecadores están reservadas para los justos (Proverbios 13.22) Ningún pecador te puede quitar lo que Dios te ha dado o te ha prometido. Tenemos el derecho de reclamar lo que nos ha sido robado, es tiempo de restitución.
Todas las estafas, las deudas, traiciones y engaños que los injustos te hicieron el Señor que es bueno y es tu Padre te va a honrar con restitución, no sólo de lo perdido sino del tiempo que se comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta.
Por último, por hoy, Jesús decretó que todo lo que pidamos al Padre en Su Nombre, él lo hará (Juan 16.23) Y Jesucristo que es nuestro abogado está intercediendo por ti y por mí delante del Padre. Acércate confiadamente al Padre.
No hay nada ni nadie que pueda anular los decretos de Jesucristo a tu favor. Aleluya!
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